Y el asunto es que, a
pesar de haberse formado académicamente bajo el alero de la teoría económica
neoclásica, fue capaz de ir un paso más allá y cuestionar aquellas concepciones
erróneas que ahora nos son evidentes, pero que en aquella época todos asumían
como lo “correcto”. Pero como en los asuntos humanos nada es perfecto, Keynes
se conformará sólo con dar los lineamientos teóricos para salvar el sistema capitalista,
no para plantear algo nuevo y mejor.
Sin embargo, la
importancia de Keynes en el plano de la teoría económica es revolucionaria, ya
que rompe en cierta medida con el paradigma económico existente hasta ese
momento. La teoría neoclásica postulaba que frente a una crisis económica, se
debía permitir que ésta se ajustara en forma automática, sin intervenciones
externas al mercado, hasta alcanzar el equilibrio nuevamente.
Keynes postula en su “Teoría
General” que no existe esta posibilidad de equilibrio automático, y por lo
tanto es el Estado quien debe intervenir para, a partir de diferentes políticas
de aumento del gasto público, disminuir el desempleo y de forma consecuente
mejorar el poder adquisitivo de la población. Por lo menos mientras mejora la situación,
ya que una vez que la economía hubiese remontado, el Estado disminuirá su
participación en el sistema, y así permanecería hasta que fuera necesaria
nuevamente su intervención.
Keynes desmiente el
dogma de la escuela neoclásica que dice: “La búsqueda individual de cada agente
económico de su máximo bienestar personal conduce a la Sociedad al máximo
bienestar colectivo”. (Muñoz et All, J.M.Keynes a cien años de su nacimiento,
pp. 10); y en cambio plantea que la realidad económica, vista de manera
individual es procíclica, es decir, aumenta la crisis: “No es verdad que en sus
decisiones económicas los individuos poseen una completa libertad natural para
actuar”; “No es efectivo que el mundo este gobernado desde las alturas de
manera que siempre haga coincidir los intereses privados y sociales” (Muñoz et All,
J.M.Keynes a cien años de su nacimiento, pp. 10).
Me gustaría agregar que
la importancia de Keynes no sólo radica en su aporte a la teoría económica,
sino que también en cuanto al funcionamiento mismo del capitalismo, ya que sus
postulados tuvieron y tienen aplicación en el ámbito de lo práctico, de lo
real. Esto es destacado en los textos revisados, ya que al parecer el
capitalismo vivió sus años de mayor esplendor cuando las teorías keynesianas
fueron llevadas a la práctica: “Esas políticas condujeron durante dos décadas,
las de los años 50 y 60, a lo que muchos han denominado la “época dorada” del
capitalismo, durante la cual se vivió un periodo de bonanza, de expansión y de
pleno empleo que no tienen precedentes” (Muñoz et All, J.M.Keynes a cien años
de su nacimiento, pp. 5).
Con respecto a lo anterior,
también llamó mi atención un artículo del año 2007 acerca de la política
económica armamentista de EEUU, donde se muestra de forma bastante clara como
la visión keynesiana sigue en plena vigencia hasta el día de hoy -manteniendo el componente
de la intervención controlada del Estado-
pero reformada en su aspecto social, y dando énfasis absoluto a los
intereses económicos de las empresas: “Los gastos militares continúan desempeñando
un importante papel, aunque menor que en el periodo 1950-1973, pero el vínculo
entre gastos de militares y creación de empleos y aumentos salariales para la
clase obrera de EEUU ha estado roto desde hace tiempo” (Cypher, James, “La
reestructuración de la política económica armamentista en EEUU: más allá del
keynesianismo militar”, Oikos Nº23, pp. 60); “El clima a la base del Triángulo
de Hierro ha cambiado debido a que la elite corporativa y los gerentes
estatales abandonaron el acuerdo keynesiano entre trabajo y capital en los años
70” (Cypher, James, “La reestructuración de la política económica armamentista
en EEUU: más allá del keynesianismo militar”, Oikos Nº23, pp. 61).
Sigo manteniendo la
opinión de que es del todo injusto que el Estado (es decir, todos nosotros),
debamos solventar las crisis del sistema capitalista, ya que es evidente que
participamos en las pérdidas, pero no en las ganancias. De todas formas, y a
pesar de esto, pienso que Keynes tuvo la real convicción de que su
planteamiento en materia económica era lo que la sociedad necesitaba, pero a la
vez recalco que pecó de iluso al creer que un sistema de bases tan
individualistas sería la solución a los problemas de la economía mundial.
Bibliografía
·
Muñoz et All (1983) “J.M. Keynes a cien
años de su nacimiento”. Panel organizado por el “Círculo de Economía” en el
Salón de Actos del Colegio de Ingenieros.
·
Cypher, James (2007) “La
reestructuración de la política económica armamentista en EEUU: más allá del
keynesianismo militar”, Oikos Nº23, 51-76, EAE, Universidad Católica Silva
Henríquez (UCSH), Santiago De Chile.
·
A.K. Dasgupta (1988) “Las etapas del
capitalismo y la teoría económica”. Fondo de Cultura Económica/Economía
Contemporánea. México, D.F.
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