Cuando se
dice que una hipótesis nunca puede ser comprobada como verdadera, pero en
cambio sí puede establecerse que es falsa, nos lleva directamente a un problema
filosófico que puede ser a primera vista considerado intrascendente.
Esta
problemática filosófica a la que me refiero es una pregunta bastante directa:
¿podemos las personas acceder a la verdad? La respuesta después de mucho pensar
y leer, es que no, no se puede.
Es por
eso que cuando realizamos un trabajo de investigación no pretendemos realmente
el conocer la verdad acerca de nuestra problemática investigativa. Nuestro
objetivo es “acercarnos a la verdad lo máximo posible”.
Pero
surge otra pregunta relacionada con la primera: ¿Por qué no podemos acceder a
la verdad? Y la respuesta creo que es bastante sencilla, y paradójicamente,
tremendamente compleja a la vez.
No
podemos acceder a la verdad, porque simplemente no contamos con las
herramientas biológicas para llegar a ella. Me explico: con nuestros sentidos
nos relacionamos con el entorno; nos permiten conocerlo, estudiarlo y
finalmente desarrollarnos en él. Sin embargo, nuestros órganos sensoriales son
limitados, y sólo nos permiten conocer la “realidad” o “verdad” a la que ellos
tienen la capacidad de llevarnos.
Por
ejemplo, actualmente sabemos que existen los átomos, aunque nunca hemos visto
uno; sabemos que existen las moléculas, pero tampoco podemos verlas. No podemos
acceder a estos componentes de la realidad a través de nuestros sentidos.
Lo que
quiero decir es que vivimos en un universo tan complejo, y contamos con
herramientas biológicas tan rudimentarias, que no podemos aspirar a conocerlo
todo en su esencia o real esplendor, es decir, no podemos acceder a la
“verdad”.
A pesar
de esto, el no poder abarcarla en su totalidad no significa que renunciemos a
ella. Por el contrario, debemos utilizar las diversas herramientas que nos da
la metodología de la investigación dentro de la ciencia; y también todas
aquellas otras formas de conocimiento menos “ortodoxas”, como puede ser la
magia, la religión, los estados de conciencia alterados, la regresión a vidas
pasadas, entre otras.
Tal vez
de esta manera consigamos finalmente acercarnos a la “verdad” –o realidad- lo
máximo posible.
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