Después de leer el capitulo XXIV de “El Capital” de Marx, quede bastante conmocionado por la brutal manera en que fueron tratados los pretéritos campesinos y sus descendientes una vez que el sistema capitalista se empezó a perpetuar.
Como el presente ensayo pretende ilustrar el problema de la libertad en la génesis del capitalismo, considero necesario partir definiendo el concepto de libertad.
La libertad correspondería al “poder de obrar o de no obrar, o de escoger” (Pequeño Larousse Ilustrado, 1984).
Según el capitulo analizado del texto de Marx, la libertad de los hombres partiría a fines de la edad media, un vez que éstos dejan de ser esclavos de otros hombres y se sacuden del yugo de los gremios: “Por eso, en uno de sus aspectos, el movimiento histórico que convierte a los productores en obreros asalariados representa la liberación de la servidumbre y la coacción gremial, y este aspecto es el único que existe para nuestros historiadores burgueses” (Carl Marx, El Capital, Cap. XXIV, pp. 608). Se supone que lo hombres serian libres ya que se encontrarían en plena libertad para ofrecer su fuerza de trabajo, como mercancía, adonde sea que consideren que les conviene entregarla.
Pero Marx aclara que la otra mirada acerca de esta supuesta “libertad” adquirida, corresponde a lo que él ha llamado la “acumulación originaria”, que no sería nada más que “el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción” (Carl Marx, El Capital, Cap. XXIV, pp. 608).
Para poder realizar este cometido y expulsar a los antiguos campesinos de los lugares donde habían residido desde tiempos inmemoriales se utilizó, entre otras estrategias, el poder represivo de la fuerzas armadas: “Las tropas británicas enviadas por el gobierno para ejecutar las órdenes de la condesa, tuvieron que hacer fuego contra los habitantes, expulsados de sus tierras. Una mujer vieja pereció abrasada entre las llamas de su choza, por negarse a abandonarla” (Carl Marx, El Capital, Cap. XXIV, pp. 621).
También se crearon leyes brutales, ejemplificadas claramente por diferentes monarcas británicos, que pasaban a llevar descaradamente conceptos que actualmente se consideran fundamentales en derechos humanos, que iban desde la tortura a la pena de muerte: “Los mendigos sin licencia y mayores de catorce años serán azotados sin misericordia y marcados con un hierro candente en la oreja izquierda (…) En caso de reincidencia, siempre que sean mayores de dieciocho años y nadie quiera tomarlos por dos años a su servicio, serán ahorcados” (Carl Marx, El Capital, Cap. XXIV, pp. 626).
De esta manera, la represión de estado junto con las leyes arbitrarias creadas, fueron un caldo de cultivo propicio para la consolidación del sistema capitalista tal como lo conocemos hoy en día. Pero fue otro el factor que consiguió dar el golpe de gracia: el tiempo. Es gracias a éste que en la modernidad el hombre a internalizado al capitalismo como la forma correcta y “natural” de concebir las relaciones económicas en el mundo:
“En el transcurso de la producción capitalista, se va formando una clase obrera que, a fuerza de educación, de tradición, de costumbre, se somete a las exigencias de este régimen de producción como a las más lógicas leyes naturales” (Carl Marx, El Capital, Cap. XXIV, pp. 627).
Desde mi punto de vista, y considerando la definición de libertad mencionada anteriormente, considero que no es correcto que el hombre haya conseguido su libertad una vez que se inició el proceso de disociación entre él y los medios de producción, ya que, por el contario, en ese momento comenzó realmente la pérdida de ésta. Antes de que el hombre fuese un “ente” asalariado, tenía a su disposición una porción de terreno que le era propia para desarrollar las actividades agrícolas que aseguraban tanto su sustento alimenticio, como el de su familia. De la misma forma, al producir sus propios bienes de consumo básicos, como por ejemplo sus herramientas o su ropa de vestir, no se encontraba nunca en una situación de pobreza tal como la que conocemos hoy en día, en donde si una persona no recibe un sueldo acorde a las características del mercado en el cual se desenvuelve, perfectamente ésta y su familia se quedaran sin alimento, o bien accederán a éste pero en reducida cantidad y de una inferior calidad.
Si bien bajo nuestros parámetros, los campesinos de la sociedad medieval podrían ser considerados como “pobres”, al no tener acceso a la gran cantidad de bienes y servicios que en nuestros días se consideran de suma importancia (debido a la publicidad y al desarrollo de un mercado capitalista creador de “necesidades” falsas), lo cierto es que dicha pobreza seria “relativa”, ya que nunca les faltaría lo que realmente necesita cualquier persona para poder vivir.
Por otra parte, hemos visto como en nombre de la libertad del hombre se crearon leyes injustas y se exterminó gente en forma indiscriminada. Esto se ha ido apaciguando con el tiempo, ya que en el transcurso de las diferentes generaciones viviendo bajo el mismo cruel sistema capitalista, se ha conseguido que nuestros paradigmas lo consideren en la actualidad como algo normal y que no tiene sentido cuestionar.
En conclusión, puedo decir que la definición mencionada anteriormente de que la libertad corresponde al “poder de obrar o de no obrar, o de escoger”, no es más que un constructo humano, utilizado siguiendo la ideología política imperante, que en el caso del capitalismo nos dice que el ser libre, es la capacidad de dar mi fuerza de trabajo a quien yo elija, para que a través de un más o menos miserable sueldo mensual, pueda gastarlo en esa gran cantidad de cosas que realmente no necesito.
Mientras las sociedades capitalistas no consigan evolucionar hacia un sistema económico menos individualista y perverso, este concepto de libertad mal entendido seguirá depredando la verdadera libertad de las personas. Una forma de partir, según mi opinión, es que los medios de producción vuelvan a las comunidades y no se queden, como en la actualidad, en las manos de pocos individuos.