Introducción
En el presente trabajo realizaré una pequeña descripción acerca del período paleoindio en Chile, incluyendo tres yacimientos arqueológicos representativos del Norte, Centro y Sur chilenos: Quereo, Tagua Tagua y Fell, respectivamente.
La obtención de información partió con el libro “Culturas de Chile”, facilitado por la profesora del ramo, pero que se amplió posteriormente con material bibliográfico de la Biblioteca del Museo Chileno de Arte Precolombino, una entrevista a una arqueóloga de éste, además de otra realizada al arqueólogo del Museo Regional de Rancagua; búsqueda de información por internet, y diferentes correos electrónicos enviados a instituciones y a profesionales relacionados con el tema en cuestión.
El tema ha resultado ser absolutamente interesante en lo personal, ya que me ha permitido viajar a tiempos tan remotos, que incluso a la abstracción dificulta, pero que a la vez, me permite comprobar que nuestro medio ambiente tiene sus propios procesos, lo que implica, entre otras cosas, que éste va variando de forma continua a través del tiempo.
Estos cambios ambientales influyen de manera significativa en las especies que en él se desarrollan, de manera tan drástica en algunas oportunidades -como es el caso del periodo que me toco estudiar-, en que el paso del período pleistocénico al actual dio curso a transformaciones que terminaron finalmente con la extinción de animales absolutamente fabulosos, tanto en forma como en tamaño.
Pero también el desarrollo de este trabajo me ha permitido entender que la historia de nuestra franja de territorio, conocida como Chile, no nació con la llegada de los pueblos europeos a nuestro continente -particularmente los españoles en nuestro caso- y ni siquiera con los pueblos originarios más conocidos, sino que nuestra ascendencia humana viene de mucho antes. Esto a su vez implica que nuestro territorio es tremendamente rico en historia, y a través de la arqueología ésta comienza a escribirse y reescribirse, ante los nuevos descubrimientos que periódicamente aparecen.
Periodo Paleoindio
El término Paleoindio fue inventado por los arqueólogos estadounidenses y sustituyó al de Paleolítico, que se usa en Europa y otros lugares (África, Asia).
Corresponde a la etapa de poblamiento inicial en América, que se ubica cronológicamente en aquel intervalo de tiempo comprendido entre finales del Pleistoceno y comienzos del Holoceno o Reciente.
Se denomina Pleistoceno a una época geológica que comienza hace 2,59 millones de años y finaliza aproximadamente 12.000 años AP (antes del presente), precedida por el Plioceno y seguida por el Holoceno. El término pleistoceno deriva del griego πλεῖστος (pleistos "lo más") y καινός (kainos "nuevo"). El Pleistoceno abarca las últimas glaciaciones, hasta el episodio Dryas Reciente incluido (breve fase de enfriamiento climático a finales del Pleistoceno, entre 12.700 y 11.500 años atrás, que interrumpió la última glaciación). El Pleistoceno se corresponde con el Paleolítico arqueológico. La evidencia indica que los humanos evolucionaron a su forma actual durante el Pleistoceno.
Una importante extinción empezó a finales del Pleistoceno y continuó durante el Holoceno. Incluyó a los grandes mamíferos como mamúts, mastodontes, tigres de dientes de sable, gliptodontes, osos de las cavernas (Es posible que el hombre interviniese en alguna de ellas, por ejemplo las que tuvieron lugar en América).
El Holoceno (del griego holos, todo, y kainos, reciente: la era totalmente reciente) es la última y actual época geológica del período Cuaternario. Comprende los últimos 11.784 años, desde el fin de la última glaciación. Es un período interglaciar en el que la capa de hielo se derritió, lo que provocó un ascenso en el nivel del mar en treinta o más metros, inundando grandes superficies de tierra y ensanchando la plataforma continental del oeste de Europa y el este de Norteamérica. En general, es una época de clima cálido, en el que se asientan las actuales distribuciones geográficas de la fauna y la flora. Los seres humanos empezaron a organizarse en grupos sociales y paulatinamente empezaron a compaginar la caza y la pesca con la agricultura y la ganadería, lo que provocó el asentamiento en lugares estables y el abandono de la vida nómada.
El período paleoindio puede dividirse en:
• Paleoindio temprano
Presencia de cazadores pleistocénicos antes de los 10.650 años a. C.
• Paleoindio tardío
Presencia de cazadores del periodo pleistoceno final, constatadas entre el décimo al noveno milenio a. C.
En el territorio chileno hay por lo menos cuatro yacimientos paleoindios desde la IV Región (Coquimbo) hasta la XII Región (Magallanes). Los yacimientos o sitios arqueológicos pertenecientes a este período cultural son:
1) Quereo (IV Región)
2) Tagua-Tagua (VI Región)
3) Monte Verde (X Región)
4) Cueva Fell (XII Región)
En el presente trabajo desarrollaremos los asentamientos arqueológicos paleoindio tardío de Quereo, Tagua Tagua y Fell.
Quereo
Los Vilos es un pueblo costero en el sur de la Cuarta Región, junto a la Carretera Panamericana que une Santiago con La Serena. Al norte de dicho puerto se excavó un importante sitio situado en unas planicies litorales -25 a 180 m sobre el nivel del mar- al pie de la Cordillera de la Costa. Un curso intermitente de agua le da su nombre al sitio: Quebrada Quereo.
El proyecto Quereo ha sido financiado por la National Geographic Society y patrocinado por el Programa Paleoindio (Smithsonian Institution, Museo de La Serena y Universidad del Norte). La presencia del hombre se ha ratificado en Quereo hacia los 11 a 12 mil años antes del presente.
Niveles culturales de la formación de Quereo
En orden de mayor a menor profundidad en la secuencia estratigráfica, se detectaron cuatro niveles con restos de fauna que se corresponden con las ocupaciones humanas: Quereo I y II (Glacial tardío al Holoceno temprano) y Quereo III y IV (Holoceno tardío), respectivamente.
• Nivel Cultural Quereo I
En el nivel Quereo I el alto índice de milodontino no es diagnóstico, en cuanto se debe a la concentración de huesecillos dérmicos. Es significativa la caza eventual de un caballo (Equus sp.) (cráneo impactado) y de un camélido cercano (Paleolama sp.), ambos con concentraciones óseas.
Las conchas de gastrópodos son naturales al depósito. Llama la atención la mayor cantidad de restos de aves en el Nivel I, en relación a los otros niveles culturales. Por otro lado, es notoria la disminución de roedores y anuros, en relación al nivel superior Quereo II. Por último, sólo en Quereo I aparecen dos depredadores mayores: un carnívoro (un felino) y un cánido.
Entre los indicadores de presencia humana se registró un cráneo de caballo con hundimiento de corteza, impactado en la región naso-frontal (macho adulto-maduro). No obstante, tanto el pisoteo como las estampidas de grandes herbívoros en zonas de abrevaje pueden fracturar cráneos y miembros derivados de muertes naturales, con resultados aparentemente culturales.
• Nivel Cultural Quereo II
La ocupación paleoindia del nivel Quereo II presenta edades radiocarbónicas entre 11.100 y 9.370 años A.P., y es contemporánea con otro sitio de matanza en Tagua Tagua y, a juzgar por la similitud de especies cazadas y adaptación lacustre, podrían ser parte de una misma población. Se trataría de cazadores especializados en la sobreexplotación de micro-hábitats o ecorefugios cuando la presión ambiental afectó con sequías prolongadas a la vegetación y megafauna asociada.
Se advierten evidencias de explotación de caballo (Equus sp.). Los restos de ciervo (similares al nivel anterior), mastodonte y camélidos (restos de un juvenil), milodontino (huesos dérmicos), se registraron más diseminados y en muy baja frecuencia. La aparentemente alta frecuencia de restos de milodontino es ambigua en términos de que los huesos dérmicos, a pesar de su dominación, pueden pertenecer a escasos cueros.
Los registros de aves, anfibios (anuros) y roedores corresponden a muertes naturales, recurrentes durante el aprovechamiento de los despojos, y no a alguna estrategia de subsistencia humana.
Las evidencias culturales del nivel Quereo II son discretas: huesos con marcas cortantes, artefactos óseos modificados por percusión, artefactos con pulimentos y huesos fracturados antes de su fosilización. La presencia de escasas conchas de mar señala que esta dieta no fue común en este episodio o sus desechos no fueron arrojados aquí. En suma, la caza de caballo entre grupos de baja densidad, con tecnologías poco complejas, parece caracterizar el nivel paleoindio Quereo II.
• Nivel Cultural Quereo III
Este episodio esta datado con una doble muestra en 2.420 +- 100años A.P. (fogones culturales). En esta época la costa presenta densas ocupaciones humanas permanentes, bajo condiciones sociales arcaicas que activan el uso de recursos marítimos y terrestres. Esta vez las condiciones húmedas fueron favorables para la consolidación de un régimen de pesca-caza y recolección costeña y terrestre de naturaleza arcaica, que habría culminado durante el Holoceno tardío.
Es evidente que son recolectores marinos que acceden a un campamento transitorio en Quebrada Quereo, tras agua, materia primas y recolecta integral.
• Nivel Cultural Quereo IV
Se localizó una última ocupación humana, entre una capa de turba y un nivel arenoso. Se trata de recolectores marinos y agricultores con conocimiento de prácticas de molienda y cerámica.
Un fogón fue datado entre la capa de turba superior y el suelo reciente a los 1280 +- 75 y 985 +- 60 años A.P.
Tagua Tagua
En Julio de 1967, un grupo de investigadores, representantes de diversas disciplinas, se unieron bajo el auspicio de la Universidad de Chile y del Museo Nacional de Historia Natural, para llevar a cabo una serie de estudios arqueológicos y geopaleontológicos en la zona que antiguamente ocupase la laguna de Tagua Tagua, en la cuenca del río Cachapoal (unos 150 Km al sur de Santiago).
Este discreto punto de la Sexta Región es una rinconada relativamente amplia encajonada por los cordones montañosos de la Cordillera de la Costa, siendo posible salir de ella por su único arranque natural, el corredor de Cuchipuy. En dicho lugar, hoy pleno de actividad agrícola, se emplazó la laguna de Tagua Tagua hasta el año 1841, cuando se comenzaron los trabajos tendientes a desecarla. Durante esas labores de desagüe se encontraron diversos restos de vertebrados fósiles, en su mayoría pertenecientes a grandes mastodontes extinguidos al término del Pleistoceno, los que con cierta frecuencia siguieron siendo descubiertos hasta nuestros días.
El equipo científico lo integraron los arqueólogos Julio Montané y Julie Palma; el paleovertebradólogo Rodolfo Casamiquela; los sedimentólogos Sonia Vogel y Juan Varela; el macroinvertebradólogo, Vladimir Covacevich; los micropaleontólogos Rubén Martínez y Roberto Osorio y el geomorfólogo Rómulo Santana.
Se detectaron dos niveles culturales:
• Tagua Tagua I:
Tagua Tagua I, a 2,5 m de profundidad con material lítico e instrumentos de huesos asociados a fauna pleistocénica extinta. Fue fechado con carbono 14 en 11.380 años, esto es aproximadamente 320 años antes del presente.
• Tagua Tagua II:
Tagua Tagua II, a 1 m de profundidad con material lítico atribuible a una economía de cazadores-recolectores. Fue fechado con carbono 14 en 6.130, esto es aproximadamente 115 años antes del presente.
Fell
La cueva de Fell, en Magallanes, fue excavada por Bird en 1936 y 1970; Emperaire, 1953; Fell, 1958 y otros en 1959.
Junius Bird, definió cinco ocupaciones sucesivas. Él y su equipo trabajaron en rebajar una parte vertical de la caverna, para sacar muestras de las cinco capas, especialmente de restos de antiguas fogatas, presentando una antigüedad superior a los 11.000 años, fecha confiable gracias al resultado de investigaciones radiocarbónicas.
Aparece también muy clara la asociación de sus habitantes con la megafauna pleistocénica (restos del perezoso llamado comúnmente milodonte y huesos de un caballo salvaje primitivo).
Determinó en la caverna, a través de la estratigrafía del terreno, los rastros de cinco poblamientos bien determinados. En el primer período de habitación aparecieron puntas del tipo “cola de pescado”.
Gracias a las puntas de proyectiles encontradas en cada uno de los estratos estudiados, fue posible suponer el género de vida que llevaban estos hombres, generalmente cazadores, pero a veces recolectores.
Posteriores trabajos afinaron esta estratigrafía definiendo 14 niveles. La ocupación más antigua (nivel XII) corresponde a cazadores con puntas tipo “cola de pez”; los niveles VII a IX contienen una industria pobre (choppers o hachas de mano, raspadores bastos e industria ósea); los niveles V y VI están caracterizados por puntas triangulares de base convexa; y los niveles III y IV por puntas con ancho pedúncula bífido. Se obtuvieron fechas de C-14 entre 9.000 a.C. (primer período de ocupación) y 4.500 a.C. (tercer período).
Correlacion entre los sitios
Sólo al considerar las similitudes óseas –fracturas de cráneos, uso de bloques, huesos tajeados, animales similares cazados, etc.-, se puede presumir que los cazadores paleoindios del nivel Quereo II se corresponden con los grupos de Tagua Tagua I, como partes de un patrón de adaptación circunlacustre y subandino ocurrido en el territorio fértil central y semiárido meridional de Chile, y que hacia el sur se reorientan al bosque húmedo austral.
Las relaciones tecnológicas entre Tagua-Tagua y Fell (Cueva de Fell, XII Región), por ejemplo los raspadores unifaciales, algo sugiere en términos de una conexión austral. En realidad no es mucho lo que se conoce sobre las correlaciones con los episodios del extremo patagónico argentino-chileno, que cubren la mayor parte del listado de sitios de cazadores pleistocénicos australes debidamente conocidos.
Lo Nuevo
Existen numerosos contextos tempranos excavados y publicados más recientemente como Santa Julia (IV Región), Marifilo (XIV Región) y Tres Arroyos (XII Región), entre otros. Todos han sido publicados y presentan evidencias arqueológicas indudables de ocupaciones humanas a fines del Pleistoceno.
• Santa Julia (IV Región)
El Proyecto Fondecyt "Evaluación crítica del poblamiento inicial del semiárido de Chile: procesos de exploración y adaptación ambiental", realizado por los académicos Donald Jackson y César Méndez, junto a la conservadora Roxana Seguel, descubrió el sitio paleoindio denominado Santa Julia, considerado uno de los más antiguos de la costa pacifico. Este hallazgo no sólo contribuye a la discusión sobre el poblamiento del continente, sino que también realiza una innovación metodológica, ya que fue descubierto por medio de la formulación de un modelo predictivo.
El sitio descubierto tiene más de 11 mil años de antigüedad y es el más temprano con asociaciones seguras entre fauna extinta e instrumentos líticos para toda la Costa Pacífica Sudamericana. Artefactos de piedra de clara factura humana, fueron encontradas en Santa Julia junto a restos óseos del Caballo Nativo, especie extinta hace más de 10 mil años.
• Marifilo (XIV Región)
El sitio “Marifilo” se ubica en la localidad de Pukura, comuna de Panguipulli, a 1.400 metros de la ribera noreste del lago Kalafkén.
Lo más significativo de “Marifilo” es la larga secuencia estratigráfica que documenta una ocupación que se remonta intermitentemente en el tiempo, alcanzando a superar los 10.000 años.
Estos niveles más profundos de Marifilo constituyen el registro humano más antiguo existente en el área circumlacustre precordillerana chilena.
• Tres Arroyos (XII Región)
Las primeras evidencias de ocupación humana en Tierra del Fuego, se remiten al doceavo milenio antes del presente y corresponden al sitio Tres Arroyos ( 11.880 ±250 AP y los 10.130 ±250 AP), ubicado en el sector norte de Tierra del Fuego.
Esta primera ocupación se habría llevado a cabo en momentos finales de la última
glaciación, cuando Tierra del Fuego estaba conectada al continente por un corredor terrestre (Clapperton 1992).
Estas ocupaciones tempranas se caracterizan por la presencia de fauna extinta como caballo americano, milodón, paleolama y fauna moderna como guanaco, zorro colorado y aves.
La primera ocupación de Tres Arroyos 1, se caracteriza por la presencia de raspadores
frontales grandes y de dorso alto, cuchillos, raederas, litos discoidales y artefactos en hueso (Massone 1987; Jackson 1990).
Conclusiones
No se han realizado nuevas excavaciones en los sitios arqueológicos paleoindios de Fell, Tagua Tagua y Quereo, desde la década del 30, 60 y 70, respectivamente.
La información científica aportada por el sitio arqueológico de Quereo no se encuentra al mismo nivel de confianza, en cuanto a asociación de cazadores con megafauna extinta, que los sitios arqueológicos de Tagua-Tagua y Fell. Por lo tanto no debe ser utilizado como referente del período paleoindio en Chile.
El descubrimiento de nuevos sitios arqueológicos paleoindios sigue en desarrollo en nuestro país, y para esto ya no sólo el azahar juega un papel primordial, sino que también el modelo deductivo.
Es inquietante el poco valor que tiene para las autoridades chilenas el descubrimiento, conservación y difusión de nuestro capital histórico-arqueológico, ya que los recursos destinados a esta área no son ni adecuados ni constantes, quedando nuestro valioso patrimonio cultural “a la buena disposición” de diferentes instituciones educacionales o culturales, llámese universidades, museos o entidades extranjeras, que son finalmente quienes aportan los recursos humanos y económicos.
Fue sorprendente la dificultad existente a la hora de realizar este tipo de estudio investigativo. Considero que no existe una adecuada disposición, en general, a permitir que éste se desarrolle en forma expedita, demostrado en la pobre disposición de los arqueólogos contactados por correo electrónico para responder a la solicitud de información, siendo extremadamente escuetos en general y no siendo capaces de entregar información actualizada con respecto a los diferentes yacimientos; ni hablar de material fotográfico. No deja de llamar la atención tampoco la fragilidad de conocimientos que presentaban los arqueólogos con los que me entrevisté personalmente, siendo la principal excusa para esta situación: “estoy especializado en otra área”.
Pienso que esto fue así, en parte, porque soy alumno de pregrado. Tal vez -y espero que así sea-, existe una mejor disposición a compartir material relevante o a responder los correos electrónicos de forma adecuada cuando la investigación la realiza un tesista o un profesional.
Por último, tengo la convicción de la relevancia que tiene para la población en general, la adecuada difusión acerca de la existencia de estos yacimientos arqueológicos y de todo lo que implica. Estoy seguro que esto haría replantear, en forma sumamente positiva, la relación que la comunidad mantiene con su entorno y la valoración de sus raíces. Desconozco si actualmente estos temas se encuentran dentro del programa curricular de nuestras escuelas, pero si tengo claro, por ejemplo, que mucha gente en las localidades cercanas al yacimiento arqueológico de Tagua Tagua no tiene idea de que estos lugares existen.
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